Estrategia
¿Oportunismo o independencia?
Tres candidatos que podrían convertirse en alcaldes de Bogotá, Medellín y Cali decidieron apartarse de los partidos y lanzar sus candidaturas con firmas de los ciudadanos. Votebien analiza a qué juegan. El fracaso de los políticos que se lanzaron por movimientos unipersonales en las legislativas de 2006, sumado al impulso que la Reforma Política les dio a los partidos, hicieron pensar que para las elecciones de 2007 la cantidad de candidatos que se lanzarían con el aval de movimientos representativos de ciudadanos sería insignificante. Pero la realidad es otra. Algunos de los candidatos más opcionados para las alcaldías de las principales ciudades prefieren ir a “nombre de la gente”, con movimientos efímeros que se crean a través de firmas recolectadas en la calle. Enrique Peñalosa, Francisco Lloreda y Luis Pérez optaron por esta alternativa. Son tres de los aspirantes más competitivos para las alcaldías de Bogotá, Cali y Medellín, respectivamente. No es que no hubieran conseguido un aval. Los miles de votos que se les auguran a los tres en las próximas elecciones los hacen atractivos para cualquier partido.
Si las elecciones fueran hoy ellos ganarían. ¿Entonces por qué decidieron irse solos? Peñalosa, por una parte, dice que quiere serle fiel al espíritu que ha caracterizado su vida política. “Desde siempre me he sentido más cómodo con una candidatura independiente porque he querido ser un candidato de la ciudad. No queremos que los ciudadanos se dividan por un partido sino que, al contrario, se unan”, le dijo a Votebien. Francisco Lloreda dice lo mismo. “La problemática de Cali reclama una propuesta que apoye directamente la ciudadanía, por encima de los colores y las diferencias partidistas”, explicó. Luis Pérez tampoco se distancia de esta posición. “Yo estoy trabajando en un proceso político de cercanía a la gente que me permite hacer el contacto con la ciudadanía, antes que con los partidos”, agregó. La de estos tres candidatos es una estrategia inteligente. Optaron por marginarse de unos partidos desprestigiados por escándalos como el de la parapolítica. “En todos los estudios que hemos realizado en diferentes ciudades y regiones hemos encontrado que a la gente le gusta y apoya los candidatos que hacen este ejercicio para limpiarse la mala imagen que generan los partidos”, le dijo a Votebien Germán Medina, consultor político. Pero su independencia partidista queda desvirtuada cuando aceptan el apoyo de varios partidos a la vez que, incluso, juegan en orillas contrarias.
Peñalosa, por ejemplo, cuenta hoy con el apoyo de Cambio Radical y el Partido Liberal. Uno es uribista y el otro le hace oposición abierta al gobierno. Lo mismo pasa con Lloreda, quien aseguró tener el apoyo de Cambio Radical y está a la espera de la decisión del Partido Conservador, el Partido Liberal, y el Partido de la U. Y Luis Pérez, por su parte, está con el Partido Liberal, con Cambio Radical, y con Colombia Democrática. Alas Equipo Colombia y el Conservador están por confirmarle. Todos estos partidos les harán campaña y tratarán de convencer a sus electores para que voten por ellos. “Es una jugada oportunista. Estos candidatos no se van con un partido para no perder el apoyo que otros grupos políticos puedan darle, ni los votos de ciudadanos que no militan en cierta colectividad. Quieren atrapar votos por diferentes frentes”, le dijo a Votebien el politólogo Felipe Botero. Además de una posible estrategia electoral, algunos analistas temen que esta inscripción por firmas sea un retroceso en el fortalecimiento de los partidos que se viene fomentando desde la reforma política de 2003.
Desde que entró en vigor, la reforma ha tratado de hacer partidos más fuertes para acabar con el personalismo que imperó por más de una década, cuando un candidato famoso creaba un movimiento en el que él era su único representante. Su propósito fue que estos candidatos se reunieran en una sola colectividad y se cobijaran con una misma bandera para acabar con estos movimientos de garaje. Las elecciones legislativas de 2006 fueron una buena muestra de este cambio. Los candidatos que ganaron una curul en el Congreso fueron los que se fueron con un partido con lineamientos claros y organizados y con un buen número de políticos fuertes. Los que optaron por los movimientos personalistas se quemaron. Aunque en las elecciones de alcaldes y gobernadores no aplica el voto preferente y el umbral, se esperaba una mayor organización partidista. “Los candidatos independientes están mandando un mal mensaje al no apoyar el fortalecimiento de partidos”, aseguró Botero. Además, no estarían creando un proyecto que prevalezca. El grupo representativos de ciudadanos que candidatos como Peñalosa, Lloreda y Pérez crearon con las firmas nunca adquirirá personería jurídica, sino desaparecerán en cuanto pasen las elecciones. Será un movimiento efímero. Aunque la creación de estos grupos va en contravía del camino andado, es completamente democrática.
Es positivo que la libertad de presentar candidatos no sea exclusiva de los partidos, que muchas veces llenan sus listas a dedo o tejen alianzas bajo la mesa. Al llenar los formularios, los ciudadanos pueden ser activos en la escogencia de sus aspirantes a los cargos de elección popular. Las fallas de las firmasPero esta es una práctica con varias fallas pendientes por resolver. Para inscribirse, los candidatos tienen que reunir un mínimo de firmas que varía de acuerdo al censo electoral de cada municipio. En las cuatro ciudades principales es de 50 mil. Hay varias prácticas que pueden viciar la transparencia de la recolección. Muchos candidatos mandan a decenas de sus empleados a las calles y les pagan por las firmas que reúnan. Es una carrera contra el reloj que impide una recolección rigurosa. Candidatos como Luis Pérez y Jorge Iván Ospina, candidato a la alcaldía de Cali que reunió 172 mil firmas para lanzarse, aseguraron haber ido personalmente a reunirlas. Pero no todos suelen hacer lo mismo.
Por prácticas como éstas es que los organismos de control deberían ejercer un mejor seguimiento de este requisito. Pero no hay tal. La Registraduría simplemente verifica que el mínimo de firmas se cumpla. Pero no coteja el nombre con el número de cédula escrito, ni revisa que no estén más de una vez en el folio que cada político presenta, ni que los firmantes no se repitan de un candidato al otro. La institución se ampara en el artículo 83 de la Constitución, que apela al principio de buena fe de los ciudadanos. Además, para evitar candidatos con votaciones irrisorias, la Registraduría les puso como condición a los independientes una “póliza de seriedad” que una aseguradora tendría que pagarle al Estado si el candidato no obtiene más del cinco por ciento de los votos válidos. Las aseguradoras no quieren dársela a los candidatos con poca opción de ganar. La Registraduría no tiene la cuenta de cuántos candidatos declinaron su aspiración de lanzarse por firmas por culpa de este requisito. Pero se cree que fueron bastantes. El ocho de agosto se sabrá. Ese día vence el plazo para que los candidatos se inscriban y los colombianos conocerán quiénes se retiraron y cuántos optaron por las firmas y se apartaron de los partidos. Sin duda, Peñalosa, Lloreda y Pérez no serán los únicos que le apunten a esta fórmula. Y será el 28 de octubre cuando los ciudadanos demuestren con sus votos si les siguen jugando a los personajes y no a los partidos.
Fuente: Votebien.com - Elecciones 2007
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