Sobre la vía San Francisco - Mocoa, el profesor Hernán Estupiñan, escribió la siguiente editorial y que fue publicada en el programa radial: LA RED, que se transmite por la emisora comunitaria Manantial FM de Sibundoy. Bienvenido al Blog, profe Hernán.
Por: Hernán Estupiñan
Si en justicia, al Putumayo le retribuyeran en obras toda la riqueza que le ha entregado a Colombia y el mundo; deberíamos tener en óptimas condiciones las vías urbanas y las carreteras que enlazan nuestros pueblos y a la vez, nos permiten interconectarnos con el resto del país.
Con unas buenas vías el progreso llega sin afanes, pero con los carreteables que en la actualidad tenemos en el Putumayo, todo nos llega tarde y el atraso económico y social, ante tan desolador panorama, decide quedarse a vivir con nosotros.
El tristemente celebre “Trampolín de la muerte”, citado por los medios de comunicación nacional, sólo cuando los muertos pasan de diez, es un remedo de carretera trazado y construido al calor del conflicto colombo-peruano; han pasado 75 años y es muy poca la evolución que hemos presenciado.
Irónicamente los peruanos dirán que la vía San Francisco-Mocoa es la más cruel venganza por la afrenta causada por el litigio sostenido en la primera mitad de los años 30.
Quizá tengan razón, esta trocha que presume de carretera sigue matando colombianos 75 años después de su construcción, sin que los paisanos de Fujimori y Montesinos hayan disparado un solo cartucho.
Los conocedores la ubican como el segundo tramo vial más peligroso de Colombia. Los sarcásticos la denominan el cementerio más largo del planeta, bueno debe ser el segundo, pues nada que ver con los 300.000 obreros muertos y enterrados en la Gran Muralla China.
Razones para hacer especiales los 75 kilómetros que nos llevan a Mocoa las hay en buen numero… las decenas y decenas de nativos-esclavos que murieron en su construcción, las 1.400 curvas a razón de 18 por kilometro, los nacimientos de agua que superan en numero a todo el continente africano, las mil historias vividas por quienes la transitan, etc.
¿Quién de nosotros no tiene un hermano, un padre, una madre, un abuelo o abuela, un hermano, un primo, un hijo, un esposo, una esposa, una amigo entrañable, una amiga incondicional que haya muerto en esta vía que se constituye en una vergüenza, una afrenta a la nobleza de los putumayenses? Un verdadero monumento a la indiferencia y olvido del gobierno nacional, un vivo reflejo de la ineptitud e inoperancia de nuestros gobernante locales y el resultado de una comunidad que espera en cuatro patas los abusos de quienes dirigen esta tragicomedia.
Si pusiéramos uno detrás de otro los muertos cobrados en esta vía, tendríamos una línea tan larga como la misma carretera; si compiláramos las historias de vida y muerte tendríamos lectura para toda la vida. Por este camino pasó tanta maquinaria y tubería para que expriman nuestro petróleo, por allí han sacado tanta madera fina, tanta cocaína, tanta riqueza faunística, tanta flora exótica, que con ese dinero se hubiera pavimentado infinidad de veces.
Esperamos equivocarnos, ojala que pasadas unas dos o tres semanas, los medios no se olviden del accidente, nosotros no nos olvidemos de los muertos y el abandono sistemático a que ha sido sometido el Putumayo vuelva a su curso normal.
¡LAS CONDICIONES ESTAN DADAS, LOS INAMOVIBLES LEGALES SON SUPERABLES, EL PUTUMAYO ESTA BERRACHO Y NO QUIERE UN SOLO MUERTO MAS!
LA VARIANTE ES UNA URGENTE NECESIDAD.
¡PUTUMAYO QUERIDO, NO DUERMAS MAS!